Vivir plenamente, no importaba estar de rodillas.
Esto pensaba aquel frágil y gentil hombre dentro de las murallas del reino donde vivía.Postrado ante el altar imploraba la piedad del dios cristiano,como cada mañana antes y después del trabajo. De rodillas ante Dios.
Sus manos aferraban con fuerza y cansancio el hacha y con certeros pero exaustos golpes iba talando los árboles de la finca del señor.
Las grietas de sus poderosos pero debilitados dedos escocían como las llagas y heridas de Jesucristo, sólo que éstas eran del penoso y no bíblico trabajo.
El resto de campesinos y aldeanos dejó de repente sus hachas para rendir plegaria al señor, que en sendo trono le portaban.
De rodillas, hay que saludar.
Tras la dura jornada de trabajo sus pasos se encaminaron a su humilde hogar, allí su amante le recibió con su acostumbrada distancia.
Con palabras amables pidió otras de su boca.Pero sólo palabras simples y apenas sin calor humano atravesaron sus oídos.El frío abotarga su corazón.Dolor.
Despacio y con pesadumbre se dirige a su habitación y postrado y sin hacer ruido mancha su solitario lecho con ríos de humillación, cada lágrima un recuerdo.
De rodillas, a sufrir.
A la mañana siguiente ve salir el sol entre las escarpadas montañas.Es la hora del trabajo, y con las manos llenas de heridas se encamina hacia el cansancio de escasa recompensa.
De repente en el camino una figura cubierta por una gran toga negra,se giró hacia él en el camino solitario.
Una capucha cubría en el anonimato sus facciones, el hombre asustado se aferró el pequeño puñal que guardaba en el cinto.
El encapuchado con voz grave y casi etérea le dijo-No temas, yo sé cual es la causa de tu dolor.
-¿quién eres?
El desconocido encapuchado alzó la mano señalándole-es por tu propio bien...
De repente sintió como su piel por dentro se secaba y como una sed incandescente incendiaba su cuerpo.
Dolor fausto.
-La realidad-susurró el encapuchado mientras veía caer al suelo al súbdito obediente-esto es lo que te pasa, por eso te pones de rodillas, porque tienes sed, y porque tus peores heridas no las portas en tus manos sino dentro de tí.
-¿Quién eres?¿Eres Dios?¿por qué me castigas?
-No, yo soy un dios real, yo soy tan antiguo como el primer haz de sol, imperante e implacable, aborrezco la misericordia y el alma servil.El dios al que tú imploras castiga tu dignidad día tras día, igual que ese amo despechado castiga tus manos a cambio de una miseria.Esa mujer que antes te quiso, antes de que fueses lo que eres hoy, un gusano.
-Dime tu nombre....
-Yo soy de nombre terrible y casi olvidado...yo soy-quitándose la capucha su cuerpo empezó a temblar y su cuerpo envuelto en un aura oscura y brillante comenzó a crecer, la toga se comenzó a romper.La Espalda se ensanchó y los brazos poderosos y jóvenes resurgieron quebrando las mangas.
El aldeano asustado y de rodillas, con la garganta atenazada por aquella malévola sed,contempló como ante él se erguía un espectro fornido de aire imperante, piel de sombras danzantes y rostro difuminado.
-Yo soy el Orgullo.
Sus ojos abiertos ante aquella criatura comenzaron a temblar y a temer por su vida.
Entonces se hizo el silencio.
La criatura, que ahora medía dos veces el tamaño de un hombre corpulento, se agachó hacia él y le agarró la garganta con aquellas garras-¿tienes sed?-aquellas afiladas manos le mermaban la respiración cada vez más.
-Sí...por favor...tengo sed-suplicó.
-Deja de comportarte como un maldito gusano, ¿tienes sed? dime que te dejarás de comportar como un gusano.
-Sí, lo haré, lo haré.
-Está bien- entonces la criatura sin mostrar un ápice de dolor miró hacia las muñecas de su brazo, y el aldeano estupefacto contempló como sin explicación alguna un profundo corte aparecía ahí-Bebe-
-Pero...-asustado quería huír, pero de repente sintió un deseo irrefrenable, la sed hervía su saliva aun más y casi sin haber podido reaccionar de otra forma se sorprendió a si mismo aferrado con irrefrenable anhelo a la muñeca con sus labios.
¿Qué era este líquido?Delicioso, sintió como su respiración se aceleraba con la fuerza de un animal embistiendo.
Se apartó.Saciado.
Parado frente a la criatura, sintió como algo bullía dentro de él, notaba como su sangre antes calmosa y lenta por el dolor y la penuria ahora fluía como río salvaje y furia torrencial.
De repente la criatura susurró-Me honra que me hayas vuelto a encontrar....
Y entonces desapareció.
El aldeano aturdido pero recordando su trabajo corrió hacia allí.
Con la nueva fuerza taló tres veces lo que en medio sol acostumbraba a hacer.
El señor.
Desde su trono hizo lo de siempre, contento y altivo despreció a los aldeanos.
Curioso ante el trabajo del aldeano se bajó del trono.
-¿Quién te ha ayudado, eh?
-Nadie señor, lo he hecho yo sólo.
-Mientes
-Es cierto lo que le digo señor.
Bofetada,empujón de un pie impertinente.
Cara al barro.
Humillación.
Iba a arrodillarse, pero de repente un temblor comenzó a sacudir su interior, su sangre comenzaba a burbujear como la pócima de una maldición antigua.
Sintió la impotencia, la ira,la rabia, y vió en un centelleante segundo las miles de imágenes penosas, de plegarias y reverencias que conformaban su vida...su vida de gusano...pasando ante sus ojos.
Entonces se levantó, la sangre ensanchaba sus arterias, sus pupilas comenzaron a tintarse de negro, la nueva era ha conquistado sus pupilas.
El señor feudal riendose de la ofensa se quedó mirándole.
Entonces él sonrió, pero no...aquella no era la sonrisa de un súbdito, era probablemente más parecida a la del verdugo ante un reo enemigo.
Sin previo aviso su mano se aferró a la garganta del señor, éste enfurecido ante la impensable afrenta golpeó la cara del aldeano, pero cúal fue la temible sorpresa...más daño se hizo él.
Los ojos del aldeano comenzaron a tomar un brillo furibundo y negro, sus manos siguieron apretando, y el señor lentamente comenzó a resbalar hacia el suelo.
-Eso es, de rodillas, así, eso es-la voz del furibundo insurrecto se tornaba grave e imperante.
Entre roncos estertores el señor se arrodillaba, se escuchaba el crujir de los huesos del cuello..vómitos de sangre.
-De rodillas así, eso es, arrodíllate ante mí.
No más reverencias.
Los guardias del señor huyeron despavoridos,al igual que el resto de campesinos.
Con respiración jadeante ,omo el depredador que disfruta con la caza,corrió en dirección a la iglesia, era la hora.
Allí se dispuso a la oración, pero algo fallaba y entonces entendió la pregunta.
Tan bueno que era aquel dios, ¿por qué necesitaba verlo de rodillas como a un servil esclavo?quizás era como aquel inmundo señor pero más arriba, tan poderoso que era el dios cristiano pero ¿dónde está?¿por qué permite que mi vida sea asi?
¡¡BASTA!!¡NO!
Enfurecido y sintiendose eternamente engañado se dirigió hacia el altar.El sacerdoté huyó ante la malévola y fausta mirada del aldeano.
-Tú,que me enseñaste a postrarme y a ser un buen cordero, tú que no hiciste nada por mí, tú que convertiste mi vida es un cadáver sin sentido.
Tú ya no eres mi dios, eres la carne débil entre mis fauces de lobo-.
Acto seguido se aferró a la enorme cruz de piedra que había en el centro de la iglesia y con sus propias manos la derribó en mil pedazos.
Su grito gutural de rebelión inundó aquel templo de mentiras.
Y regurgitando el odio brotó de su interior,su cáustica sangre como saliva de diablo comenzó a disolver y a quemar los relicarios , las copas que daban de beber aquellos miserables engaños.
-No,¡este que ves no será otro vil siervo más!
Y con rabia sobrenatural descargó un puñetazo en las columnas de la puerta al salir.
Tras de sí el estruendo del caer de lo falso se convirtió en bruma y polvo.
Al llegar a su casa, como de costumbre su amante silenciosa y distante no le saludó.
Entonces,él,con gesto imperioso y con sus nuevos brillantes ojos lamiró entrecerrando los párpados y frunciendo el ceño.
Ella sorprendida por una actitud tan extraña se quedó observándole y le preguntó
-¿qué te sucede?
Silencio.
-¿Qué te pasa querido?
Ah,ahora soy tu querído¿eh?.Pues toma tu silencio y devóralo con ansia.
Ninguna palabra.
-Contéstame por favor...
Sin decir nada y sin siquiera emitir un balbuceo de su voz se dió la vuelta y salió por la puerta.
Ella corrió tras de él y en la puerta quedó contemplando lo que allí se obró.
De la espalda del que siempre vivió arrodillado brotaron dos alas de bestia y con un grito gutural ,el que siempre se sometió,voló libre decapitando palomas,desbrozando nubes y esquivando el sol.
.Sólo yo puedo someterme a mi propia voluntad.
Ulrick
jueves, 28 de enero de 2010
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